Burbuja

13 de septiembre de 2010
No intentes estirar la mano, no hace falta.


Abrir las puertas, luego el arrepentimiento,
luego el silencio o el llanto, que es lo mismo, que son exactamente lo mismo,
y luego la vida o el libertinaje o la patética falta de todo que se nos pasa desapercibida.
Abrir las puertas, los brazos las piernas la garganta los cielos podridos las estrellas meadas el silencio y el llanto que son lo mismo.
El mal humor huele a vino barato, la decadencia a jugo en polvo, el odio y el hambre y el polvo en los zapatos, en las lágrimas que nadan en la almohada acobardadas o dolidas o en silencio y llanto que son lo mismo.
Abrir las puertas para que el pasado se sobreponga a todo, inventarse pasados y borrar la memoria, los gritos los cañonazos las injusticias la misería de todos, la tuya y la mía y la del llanto y el silencio que siguen siendo lo mismo, que no significan nada, que no tienen respuestas ni lenguas ni ojos de esos que hablan, muñecos de trapos amando a muñecas de porcelana, los fideos fríos, lo absolutamente rancio y el silencio y el llanto que seguirán siendo lo mismo.

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