Cuando todo es imperfecto

19 de mayo de 2010
La mañana, la calle vacía y el alma, ¿que podría decir yo del alma?:
también va vacía. Un paso tras otro las voces y las caras que no me reconocen, el mundo estático, deforme, una sonrisa mal hecha para pasar desapercibido, tal vez una mueca sin muecas, una intención desintencionada. Una canción al a azar dibuja su letra, intenta hacer compañía y se pierde cabizbaja.
La mesa vacía, llora el tenedor y el cuchillo y el plato y la comida, lloran las paredes y las sillas, se desgarran sin saber que pasa. Debe doler ser testigo de las soledades o no saber que hacer.
El tiempo vacío, desinteresado en llevarse los recuerdos, se mueren, se pudren, se clavan y olvidados, abren heridas en las heridas y jamás se marchan. La superación no ha nacido por instinto, y se dibuja una sonrisa malvada.
Los ojos cerrados o abiertos, dan lo mismo, son lo mismo, así se viene mañana, mañana por la mañana, la calle vacía...

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