Polvo al polvo
con la mascara de la ambiguedad por delante,
con la boca sarnosa,
regalando ignorantes lo que con el tiempo pesa.
Ceniza a ceniza,
sin viento, sin lamerse las heridas
y abriendo la entrepierna.
La noche y el polvo,
por la mañana el cenizero lleno de cuerpos tristes.
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